a nivel mundial, se conmemora el Día del Trabajo en honor de los Mártires de Chicago, obreros de una empresa estadounidense muertos en esa ciudad en el año de 1886, por llevar a cabo una huelga en demanda de una jornada laboral de ocho horas.
Y es que atendiendo a nuestra naturaleza humana, se han venido sucediendo cambios en materia laboral, los que al parecer nunca terminarán. Siempre habrá algo que mejorar, cambiar. Es la constante de no sóoo pedir y recibir, sino también aportar.
En nuestro país, durante el régimen anterior, quizá una de las bases sociales más debilitadas fueron los sindicatos, que al igual que los partidos políticos, perdieron espacio y presencia y fueron prácticamente olvidados, no considerados en consulta ante los cambios del país.
Con la nueva administración gubernamental, las cosas han cambiado, pero no como se esperaba, pues cunde el desempleo en millones de peruanos, y la desnutrición avanza en los niños, madres y ancianos, a pesar de los exitosos informes macroeconómicos.
Mientras tanto, la micro economía sigue estática y prueba de ello, es que los bolsillos se mantienen cual sacos rotos, y las madres de familia en los mercados las pasan negras, con ciertas alzas como la del combustible, que nos cogen siempre cuando canta el gallo.
En el departamento de Piura, rico en potencialidades por doquier, no hay demanda laboral. Pareciera que las puertas al empleo se han cerrado, menos para quienes tienen una vinculación partidaria o amical con los gobernantes de turno. Esto sucede, en el marco de la constante de siempre, con el anuncio de la ejecución de grandes proyectos, como el del Alto Piura, que arrancan aplausos y expectativas, para luego volver a la monotonía diaria.
Antes, las celebraciones por el Día del Trabajo eran a todo dar. Los buenos y malos tiempos siempre lo han exigido. Era ocasión para hacer un alto, recordar a los luchadores sociales, instruirse sobre cuestiones laborales, y naturalmente, confraternizar. Hubo y siempre habrá tiempo para todo.
Y es que atendiendo a nuestra naturaleza humana, se han venido sucediendo cambios en materia laboral, los que al parecer nunca terminarán. Siempre habrá algo que mejorar, cambiar. Es la constante de no sóoo pedir y recibir, sino también aportar.
En nuestro país, durante el régimen anterior, quizá una de las bases sociales más debilitadas fueron los sindicatos, que al igual que los partidos políticos, perdieron espacio y presencia y fueron prácticamente olvidados, no considerados en consulta ante los cambios del país.
Con la nueva administración gubernamental, las cosas han cambiado, pero no como se esperaba, pues cunde el desempleo en millones de peruanos, y la desnutrición avanza en los niños, madres y ancianos, a pesar de los exitosos informes macroeconómicos.
Mientras tanto, la micro economía sigue estática y prueba de ello, es que los bolsillos se mantienen cual sacos rotos, y las madres de familia en los mercados las pasan negras, con ciertas alzas como la del combustible, que nos cogen siempre cuando canta el gallo.
En el departamento de Piura, rico en potencialidades por doquier, no hay demanda laboral. Pareciera que las puertas al empleo se han cerrado, menos para quienes tienen una vinculación partidaria o amical con los gobernantes de turno. Esto sucede, en el marco de la constante de siempre, con el anuncio de la ejecución de grandes proyectos, como el del Alto Piura, que arrancan aplausos y expectativas, para luego volver a la monotonía diaria.
Antes, las celebraciones por el Día del Trabajo eran a todo dar. Los buenos y malos tiempos siempre lo han exigido. Era ocasión para hacer un alto, recordar a los luchadores sociales, instruirse sobre cuestiones laborales, y naturalmente, confraternizar. Hubo y siempre habrá tiempo para todo.
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